miércoles, 27 de mayo de 2009
El primer paso
sábado, 23 de mayo de 2009
Otra vez sopa...
viernes, 15 de mayo de 2009
miércoles, 13 de mayo de 2009
El Tano y Pamela David
Hace justo una semana tuve que viajar a Córdoba por trabajo. Ida y vuelta en el día. Llegar, hacer una presentación para un posible nuevo cliente, cruzarse todo Córdoba para ir a otro cliente, otra reunión y volver para tomar el avión de vuelta.
Viajé con uno de los chicos que trabaja en preventa, que cariñosamente llamó “gordito” porque es más petiso que yo y pesa casi 100 kilos. Con el gordito tenemos un duelo a muerte en el ping-pong de la oficina. Empezamos a jugar a los pocos días que ingresó, y como tenía un nivel casi tan pedorro como el mío, los partidos eran disputados y parejos. Al principio llevábamos la cuenta de los partidos ganados por uno y por otro, pero en los últimos 3 meses hemos jugado tantos partidos que ya decidimos solamente contabilizar la diferencia. Al día de hoy, estoy abajo por 2 partidos.
Me pasó a buscar por mi casa con un remise a las 6 de la mañana, el remisero tenía un auto que no entiendo cómo llegaron desde Montegrande a Caballito, y lo peor o más gracioso, es que apenas conocía las principales avenidas de capital, por lo que tuvimos que guiarlo calle a calle y curva a curva para poder llegar al aeroparque.
A las 7.30 embarcamos, y nos dispusimos a buscar nuestros asientos. Y acá comenzó mi descubrimiento de las habilidades del gordito fuera del ámbito de la oficina. Subimos al avión y teníamos la fila 4, ventanilla para él y asiento del medio para mí. En el asiento del pasillo ya estaba sentada una señorita, muy bonita por cierto. Nos acercamos, y el gordito, sin darle tiempo a nada, tira la mochila por arriba de la cabeza y empieza a pasar entre el respaldo del asiento de adelante y la chica sentada. Entre su abultado abdomen y el poquísimo espacio que hay entre filas, terminó pasándole toda su voluminosa humanidad casi encima. La cara de la chica fue indescriptible. Para diferenciarme un poquito, le pedí si podía levantarse para dejarme pasar más cómodo para los dos. Cuando logro sentarme y acomodarme, este impresentable que naturalmente tiene un vozarrón, me dice: “che! está buena la minita eh!". Lo mejor de todo, es que como se dio cuenta que me pone incómodo por demás este tipo de situaciones, se la pasó todo el viaje haciendo comentarios de este estilo a los gritos.
LLegamos a Córdoba. Taxi hacia el centro. Desayuno rápido para hacer tiempo hasta que se haga la hora de la reunión. Y habíamos caminado 3 cuadras y ya me había enamorado 5 veces de distintas cordobesas. Subimos al cliente y la recepcionista era una bomba. Dimos la presentación, nos fue muy bien. Salimos a almorzar algo rápido y me enamoré 5 o 6 veces más.
La reunión de la tarde, otro taxi hasta el aeropuerto, y a esperar el embarque. Y lo mejor de todo…
Estamos subiendo al avión, teníamos fila 3. El gordito seguía vociferando ya descontrolado a los 4 vientos lo que le parecía cada cordobesa que nos cruzábamos, hasta que… estamos entrando al avión y veo en el primer asiento a una morocha que la rompía, 3 segundos después cuando mi cerebro puso a funcionar las 3 neuronas, me doy cuenta que la morocha era Pamela David. Apenas la reconocí, lo miro al gordito… y sí… ya era tarde. Me mira, la mira, me mira, la vuelve a mirar… “MIRAAAAA!!!! PAMELAAAAA DAVIDDDDDD”. Creo que muy pocas veces pasé tanta vergüenza, la miro como pidiéndole disculpas por tener un compañero tan burdo, y la mina se estaba cagando de la risa.
Nos sentamos tan sólo una fila detrás de Pamela, después que volvió a pasarle el culo por la cara a otra chica que no fue lo suficientemente rápida para pararse para dejarlo pasar, y tuve uno hora y veinte de comentarios a todo volumen sobre lo buena que estaba Pamela.
sábado, 9 de mayo de 2009
Fecha de vencimiento
lunes, 4 de mayo de 2009
Viaje a Houston – Last day
Resaca horrible. Me acosté sin poner el despertador con el ánimo de despertarme al mediodía. No me importaba el curso, mi cumpleaños, la gente de la empresa, no me importaba nada.
La culpa, que he descubierto que me maneja mucho más de lo que pensaba, me hizo abrir los ojos solo a las 6.45, y no conforme con eso, me carcomió mi embriagado cerebro hasta que no resistí más y luego de una duchita rápida estaba buscando algo que asentara mi estómago mal trecho.
Al parecer, mi huida con la cordobesa del bar no fue tan sigilosa como había creído y estaban todos pendientes de cómo había terminado. Y digamos que la cosa sólo podía empeorar…
Apenas pasado el mediodía me llega un sms a mi celular (que no recuerdo haberle dado el número en ningún momento) preguntándome si me podía dejar algo en recepción. Lo primero que pensé fue que quería dejarme algún paquete para que traiga a su familia en Argentina, pero lejos estaba de eso.
Cuando fui a la habitación tenía un mensaje de la conserjería que me notificaba que tenía una torta de cumpleaños que me habían dejado en recepción. No podía creerlo. La llamé al celular, pero me atendió el contestador, le dejé un mensaje agradeciéndole el gesto.
Obviamente cuando bajé a buscar la torta y tuve que hacer el camino de regreso, como no podía ser de otra manera, me crucé con todos los que me podía cruzar, y es el día de hoy (ya pasaron 10 días) que me siguen gastando y preguntándome qué es lo que le hice a la pobre chica para que queda tan agradecida.
Ese jueves por la noche, salimos a cenar a un restaurant japonés y al otro día ya arranqué la vuelta hacia Buenos Aires.
Se acabó la seguidilla del viaje… ahora voy a tener que pensar sobre qué corno posteo los próximos días!!!
Se aceptan sugerencias…