viernes, 31 de octubre de 2008

“No es momento para charlar esto”

Hoy al mediodía, después de ir a una reunión muy importante de laburo que me tenía sumamente cagado porque se desarrollaría en su totalidad en inglés, salí desde el edificio de catalinas dudando en si con mis 38/39 grados de fiebre iba a volverme a casa o ir a almorzar con mi ex.

Finalmente decidí que lo mejor era sacarse el tema de encima cuánto antes y le dije de tomar un café al menos. Nos juntamos en el Segafredo de Florida y Diagonal. Mi idea era escuchar qué tenía para decirme y de acuerdo a cómo fuera la conversación preguntar o no por “el” tema.

La charla vino por otro lado, finalmente y luego de casi 2 años de separados llegamos a la conclusión que lo mejor era iniciar los trámites del divorcio y de esa manera yo iba a poder mejorar un poco mi situación financiera con la parte que me corresponde del depto. Le agradecí mucho el gesto y seguimos hablando acerca de nuestras sensaciones y sentimientos en los últimos años. Charlamos sobre los mismos que nos llevaron a separarnos e inclusive terminamos hablando de nuestras actuales parejas.

Pedimos la cuenta… y no me aguanté más. Le conté que no quería ocultarle que le había mandado un mail al muchacho en cuestión justo antes que ella viajara con mi hija a visitarlo a méxico diciéndole que desde hacía un tiempo yo lo veía muy cercano a ella y que le pedía que no intente aclarar ninguna situación delante de mi hija. Ella se quedó freezada, no me miraba y sólo miraba la mesa. Y ya envalentonado seguí. Le dije que ella sabe muy bien que yo desde inclusive antes de casarnos le dije que él le tenía ganas y que las últimas veces que los había visto a los dos juntos en algún tipo de reunión veía que sus miradas eran muy compinches y que compartían una relación muy cercana. Ella seguía en silencio. Le pregunté cómo se sentiría ella si yo me pusiera a salir con alguna de sus mejores amigas. Y ahí llegó la moza con el vuelto y su frase fue: “No es momento para charlar de esto”.

miércoles, 29 de octubre de 2008

Actualización (Friends)

Última actualización: hoy mi ex-mujer me pidió de juntarnos "porque tiene ganas de charlar cosas de nosotros". Almuerzo el próximo viernes. Más novedades en breve.

lunes, 27 de octubre de 2008

Friends

Entramos en etapa de blog participativo, o al menos esa es mi intención. Me gustaría compartir un tema que ronda hoy mi círculo de amistades, no me quita el sueño ni mucho menos, pero me hace preguntarme si conozco tan bien como creía a mis amigos.

Breve resumen: estoy separado hace casi 2 años (con divorcio en camino), tengo una hija de 3 años y medio y una muy buena relación con mi ex-mujer. Motivo de la separación: desgaste de la relación después de 15 años de estar juntos (de los 15 a los 30), nos habíamos convertido en hermanitos más que en esposos.

Como en toda separación, hay amigos más cercanos que otros, algunos siguen apoyando como siempre, otros tienen nuevas actitudes que sorprenden: mostrando más apoyo o borrándose.

En este caso en particular con mi amigo, por circunstancias de las relaciones, nos encontramos por primera vez en nuestra amistad sin pareja y empezamos a compartir algunas salidas, sábados por la tarde de mate y empezamos a acercarnos más de lo habitual. Sin embargo, había un detalle no menor, él como amigo mío rápidamente se había convertido en un muy buen amigo de mi ex-mujer. Con el correr de los años, cuando yo aún estaba casado, se habían convertido en tan buenos amigos que muchas veces hablaban entre ellos y yo estaba por afuera. La cuestión jamás me molestó porque él tenía una personalidad muy particular y mi ex-mujer siempre lo consideró una muy buena persona.

Pasó el tiempo, y si bien nunca hubo de mi parte una molestia ante esta situación, me comenzó a parecer cada vez más probable que exista una atracción más allá de la amistad.

En los últimos días, tengo la certeza que pasa algo entre ellos, él en este momento (y sin plazo) está viviendo en México. Por algunos medios me enteré que parte de mi supuesto grupo de amigos (varias mujeres de amigos) están al tanto de la situación y expectante por la nueva probable “parejita”.

Particularmente a mí, no me importa para nada lo que haga o deje de hacer mi ex, sobre todo porque ya tuvo parejas y novios, pero no deja de molestarme que todos mis supuestos amigos hayan estado o están jugando a mis espaldas con un tema no menor.

miércoles, 22 de octubre de 2008

Perdón por la tristeza...

Soy Amanda y no tengo mucha idea de cómo es esto de postear mis días. Sin ir mas lejos, este es mi verdadero “primer” post…
De hecho, es un aprendizaje para mi y que surgió con el Tano, como bien él dijo, un sábado a la noche tirando para madrugada…
Me es difícil pensar que se leerá esto que cuento, pero también pienso que es mi manera de decir lo triste que estoy hoy.
Hay veces que los sucesos que a menudo nos interceptan, nos dejan -o no- una marca importante.
Hoy me topé con uno que creo no voy a olvidar facilmente.

Mi compañero de oficina, a quien aprecio y tenemos una muy linda relación, tiene a su hermana que está embarazada de 8 meses y medio. Como fecha para dentro de dos semanas mas.
Ella, ayer se levantó, hizo su vida normal y en el transcurso del día se fue dando cuenta que su bebé no se movía. A la tarde se convenció de q no se había movido en todo el día. Y se fue al médico. Después de verla, le hicieron una ecografía y sin mas, le dijeron que el bebé no tenía signos vitales.

SI, el bebé estaba muerto.
….

Yo no puedo meterme en la piel de esos padres, no puedo ni imaginarme el dolor de una madre que tiene a su bb muerto en la panza, que la mandan a dormir a su casa porque tiene q esperar… Esas horas interminables hasta esperar por lo que un sistema médico obliga a inducirla a un parto, por temas físicos para “mejor bienestar de la paciente” (físico claramente, porque en mi humilde entender, en lo psicológico no le atinaron ni ahí)
Es verdad q al inducir a un parto, no tiene la lesión en el útero para un futuro embarazo, pero….

A la una del mediodía estaba en una habitación de un sanatorio, esperando el momento en que puje por un bebé que no tenía vida.
Imaginé la tristeza y la soledad interior de ella, además de no entender nada, el por qué le sucedió lo que sucedió.
Todo el mundo en neonatología festejando las venidas al mundo y ella sabiendo que no tenía nada que festejar.
Mi compañero llegó deshecho pero escuchaba en sus palabras a una persona que aun no caía en lo que le estaba pasando, lo contaba como una película.

A las tres de la tarde la operaron. Resultado: se ahorcó solita con el cordón umbilical.

Su hermanita mayor de tres años, espera ansiosa la llegada de Juanita…

Cómo se le explica a esa nena que su hermana no va a venir?
Como se consuela a esos padres que de esperar la venida de su hija, ahora tienen que verla, anotarla con su nombre, sacarla de la morgue, velarla y enterrarla?

Estoy, además de con dolor, con un montón de preguntas a cuestas, todas, claramente incontestables…

miércoles, 15 de octubre de 2008

Casa con patio

Laguna y Junta, barrio de Floresta. Agrelo y Yapeyú, barrio de Almagro. Casas chorizo, patios enormes, escenarios ideales para miles de juegos, aventuras, golpes, pelopinchos y otras yerbas.

Las casas de mis abuelos marcaron mi infancia. Mi abuelo paterno falleció un año antes que yo naciera, y desde que tengo memoria en la casa de mi abuela viven mis tíos junto con ella, con los años al poco de llegar mi hermana, llegó mi primo. Mis abuelos maternos hasta mis 5 años vivían en una casa enorme en Floresta, una casa bien antigua en donde mi abuela había pasado prácticamente toda su vida. Lo que más recuerdo era la enorme parra que conectaba los dos patios, de la cual me fascinaba colgarme a sacar las uvas chinche para después comerlas, también me acuerdo de la palmera enorme que había en el patio de atrás. Después, en una decisión que hoy todavía no entiendo, se mudaron a un minúsculo departamento de 2 ambientes en Parque Chacabuco, creo que a partir de ahí mis abuelos se volvieron viejitos más rápido.

La casa de almagro fue “la casa de la abuela” hasta hace 5 o 6 años atrás, cuando ya el deterioro hacía inminente una decisión trascendental: vender o invertir para arreglar. El terreno era enorme y como siempre vivía no sólo mi abuela sino también mis tíos y mi primo. En la parte de adelante de la casa, había un enorme local a la calle que desde siempre fue la ebanistería de mi abuelo, que desde que había fallecido sólo guardo sus herramientas, máquinas y restos de maderas, y con el correr de los años se convirtió en el “galpón” donde se guardaban muebles, viejos juguetes y cuanto restos de cosas no se querían tirar.

En la casa de mi almagro viví mis primeros 2 años, en la misma casa donde nació y vivió hasta casarse mi viejo, en cuyas veredas jugó al fútbol con los muchachos de la barra de la cuadra esquivando el tranvía que venía por Agrelo y se juntaban para ir todos juntos hasta el Gasómetro todos los domingos. Quizás por esto, y muchos otros recuerdos de todos los que vivimos en algún momento en esa casa, la decisión de la venta fue una bomba que sacudió nuestras fibras más íntimas.

Algunos fines de semana, cuando estoy con el rumbo perdido paso por floresta o por almagro. Más de una vez me he parado en la vereda y apoyado en esas puertas que me han visto crecer, tratando de recordar y que vuelvan a mí los recuerdos de mis primeros años. Y nunca falla… la vieja parra, la pelopincho con mi hermana y mi primo, la enorme palmera y mis abuelas baldeando los patios vuelven en segundos a mi mente.

martes, 14 de octubre de 2008

Don Antonio

No sé cómo explicar los recuerdos que vienen a mi mente, tal vez porque no sean fáciles de explicar, tal vez porque están plasmados en forma de imágenes, fotos, cosas que no tienen ni un antes ni un después, sólo ese momento grabado como una instantánea y sin secuencias.

Recuerdo salir de mi casa, por ese largo pasillo en el que al final veía una luz, como en las historias de Víctor Sueiro y su túnel con luz al final, pero acá era distinto, era un pasillo de un departamento, el de mi casa, el del fondo, y que al final y sin moverte de la puerta, solo veías la puerta de la calle y una luz que cegaba.

Nunca podías ver claramente quien estaba en la puerta de calle, o quien había tocado el timbre, y encima en mis ojos miopes, todo resultaba aun más complicado.

Recuerdo eso si, al salir, enfrente, apoyado en la pared, la figura de Don Antonio.

Quién no tiene en el barrio, un Don Antonio?

Una vez, hablando con mi amigo me contaba que en su infancia también había un Don Antonio, pero a diferencia del mío, este era un guapo. Un guapo de tango, de los de verdad. Y digo esto, porque mi generación, solo cree que los guapos y el lunfardo, nacieron de alguna letra de un tango.

Pero volviendo al tema, coincidíamos en la solemnidad que acarreaba el saludo a nuestros “Dones Antonios”.

Y si… por sobretodos las cosas, la buena educación.

 - Hola Don Antonio, y darle un beso.

- Chau Don Antonio, y volver a besarlo.

Sin embargo, mi amigo me contaba que su Don Antonio, vivía en el fondo de su casa. Casa chorizo donde se le alquilaba un cuarto a este personaje de su infancia.

Y claro… su Don Antonio, era un Taita hecho y derecho del barrio de Boedo.

Pero no nos desviemos nuevamente y volvamos al mío.

Este era italiano, y recuerdo que era alto y viejo.

También recuerdo que no le entendía mucho lo que hablaba y que mi mamá si le entendía, entonces al volver de hacer las compras, y luego de por supuesto saludarlo, yo me iba separando de a poquito de la conversación, esperando que sucediera algo más interesante que quedarme ahí parada mirándolo, para no perder la educación, obviamente, mientras hablaba sin entenderle. (porque no puedo dejar de recordar la mirada de mi mamá cada vez que daba pasitos hacia el costado… como para irme muy lejos!)

Pero Don Antonio, era cariñoso y siempre me agarraba la cara para saludarme.

Tenía los lentes de marcos negros, ojos con bolsas, una figura extraña y la boca chica.

Vestía siempre o casi siempre para no faltar a la verdad, aunque no lo recuerde, una camiseta musculosa blanca, un pantalón negro y ojotas con medias en invierno y sin ellas en verano, o vaya a saber qué.
Pero recuerdo que su pantalón negro, siempre tenía un cinturón ancho de hebilla plateada, que por asombroso que sea a los ojos de una niña, siempre le cerraba por arriba del ombligo.

No puedo recordar que sea un hombre gordo, pero si, grandote.

Eso mismo me recordaba a las vestimentas de mi tío Mario.

Quien vestía muy similar, aunque con ropa de algún que otro color.

Pantalón gris, celeste, o marrón, pero con su camiseta que a veces dejaba lucir en algún asado o sino dejaba traslucir bajo alguna camisa.

El Tío Mario, ahora que asocio, también era italiano.

Será que los italianos visten así?

Pero por supuesto, tío Mario, era más joven, aunque con el mismo estilo de cuerpo, pero más petiso.

O tal vez tío Mario, que lo sobrevivió a Don Antonio, me resultó menos grande, cuando yo fui creciendo.

Pero y por último, volviendo a Don Antonio, hubo un día que dejé de verlo.

Ese día fue cuando me mudé.

Si bien, volvía al barrio, no era diaria mi salida por el pasillo hacia la luz para verlo, así que de a poco se fue desvaneciendo esa imagen, como tantas imágenes se me fueron yendo de la memoria pasados los años de mi ida del barrio.

Un día, ya más grande, lo volví a ver.

No podía creerlo! Don Antonio estaba viejo, y como antes dije, si bien para mí siempre fue viejo, esta vez mi impacto fue mayor.

Estaba muy viejo. Más bajo, arrugadísimo y casi sin hablar.

Me apenó inmensamente verlo así, prefería recordarlo en mi niñez, y que siga con esa vejez que yo ya conocía, no con esta nueva.

Será que había sido desde joven como viejo y que la vejez verdadera lo encontró y se lo llevó de un arrebato?

Un día me enteré que se había muerto.

Como tantas muertes que viví de chiquita.

Cuando comentaba en el colegio que había ido a un velorio, mis compañeros estaban asombrados.

No podían creer que tuviera “tíos” que se mueran.

Un día le pregunté a mi mamá por qué se morían en mi familia y en la familia de mis amigos, no. Ella me explicó claramente que nuestra familia, era una familia de gente grande.

Donde mis abuelos, tenían hermanos grandes y que mi papá también grande, tenía a su vez, hermanos más grandes.

Claro, empecé a sacar cálculos y di por válida su respuesta.

 Yo era la menor de toda mi familia.

Yo, si… la menor de todas.

jueves, 9 de octubre de 2008

Este es un blog más, común y corriente, lo único que lo hará especial es el significado que los que escribimos en él le demos. Y esos somos dos, Amanda y el Tano. 
Una aclaración importante para aquellos que algún día lean esto, Amanda y el Tano no son pareja, no son novios, no son amantes. Ellos dicen que son amigos (aclaración 1: el Tano no cree en la amistad entre el hombre y la mujer, salvo en ciertas condiciones que quizás entre ellos estén dadas).
Para qué un nuevo blog? Creo que ni ellos lo saben, surgió en una trasnochada noche de sábado, vía MSN. Los temas a tratar no están definidos, la periodicidad de publicación mucho menos, hasta creo que es difícil asegurar la continuidad en el tiempo, pero este tipo de planteos son típicos de un ansioso como el Tano, un tipo que tiene que tener todo definido de antemano, que no se banca las intrigas ni las situaciones sin resolver, y que además le está costando adaptarse a un presente con muchos cambios... pero esto es otro tema.
La idea era dar el puntapié inicial y ahora esperar la respuesta de Amanda.